Monopolizar la información. ¿Es admisible en pleno siglo XXI? Mientras en diversas sociedades de la región se discute acaloradamente el tema, varios líderes tiene ya una respuesta muy clara.
“El mundo debe saber que aquí los medios de comunicación los manejan media docena de familias. ¿Qué legitimidad democrática les da a esas familias el haber tenido dinero para comprarse una imprenta y poner un periódico?”, pregunta Rafael Correa, presidente de Ecuador.
“Una nueva dinámica de comunicación y de información popular libre de la dictadura mediática de la burguesía y del imperialismo. Es una batalla que hay que dar”, dice por su parte el presidente venezolano Hugo Chávez.
“Porque la libertad de prensa no puede ser confundida con la libertad de los propietarios de la prensa”, agregó la mandataria argentina Cristina Kirchner.
Los gigantes mediáticos, según afirman los gobiernos de varios países latinoamericanos, no solo concentran en sus manos una parte importante del sector informativo, sino también presentan la información a partir de sus propios intereses.
Este poder, llamado en algunos países 'el cuarto poder', ha impulsado la aprobación de toda una serie de enmiendas y de leyes de comunicación que regulan la posesión, composición o inversión de medios, como ya ocurre en Ecuador, Perú, Venezuela y Argentina.
Estas normativas (que en ciertos casos sustituyen a las aprobadas en épocas dictatoriales) en parte siguen el modelo de las legislaciones de países desarrollados. Aunque no todos califican estas nuevas iniciativas como un avance, pues hay un trasfondo político en las decisiones. Como es el caso del diario argentino Clarín, enfrentado actualmente con el ejecutivo.
Algunos especialistas destacan que la crítica de las grandes empresas mediáticas a estas medidas tiene que ver con las sustanciales pérdidas que conllevan para ellas. Es más, el gobierno de Cristina Kirchner recientemente ha abierto un nuevo frente de batalla por la producción de papel en torno a una empresa monopolista controlada por los dos diarios más grandes del país.
Buena parte del gremio ha recibido con entusiasmo la diversidad de medios y contenidos. Y este es un argumento de peso para los distintos gobiernos que defienden sus nuevas normas, como ahora en Argentina.
“Lo que habla de la intención y el espíritu de la nueva Ley de Comunicación Audiovisual es que la mayor cantidad de voces posibles sean escuchadas. Lo que está haciendo ahora la ley es abrir el juego para que se escuchen otras voces, tanto en radio como en televisión", asegura Claudio de Cousandier, el director de fiscalización de la Autoridad Federal de Comunicación Audiovisual argentina.
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