En una atractiva propuesta, Tony King, director de Scottish Wildlife Trust, sugiere que el contacto con la vida silvestre bien pudiera considerarse entre los derechos humanos más elementales que todos deberíamos tener garantizados.
Tony King es director de Scottish Wildlife Trust, organización conservacionista que se ocupa del cuidado de la vida salvaje escocesa. Este día King escribió un artículo en el que se pregunta si el acceso a la naturaleza debería considerarse un derecho universal o solo el privilegio de algunos.
«Ningún gobierno ha reconocido el contacto con la naturaleza como un derecho, aunque esto puede y debe generar beneficios para todos en la sociedad», dice King al inicio de su artículo, agregando además que este debería incluirse en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia.
Es cierto que algunas otras condiciones, algunas incluso básicas, son mucho más urgentes en varios países, sin embargo, dice King, “las terribles privaciones sufridas por la gente en todo el mundo no deberían cegarnos ante las desigualdades que perviven en nuestro país”.
Y King se refiere sobre todo al hecho de que el acceso a la naturaleza no está visto como un derecho que todos deberíamos tener garantizado por los beneficios que conlleva, particularmente entre los niños. Asegura el autor que “el acceso regular y disponible a un entorno rico en vida silvestre es esencial para la salud y el bienestar de los niños […], esencial para alcanzar una mejor salud, un mejor nivel educativo y un mejor desarrollo social”.
Asimismo, según algunos estudios, los niños que tienen la oportunidad de convivir con la naturaleza tiene una mejor autoestima, confianza en sí mismos, independencia, autonomía e iniciativa que aquellos que desafortunadamente no pueden hacerlo.
Los gobiernos pueden y deben articular un nuevo derecho: que cada niño y joven tenga el derecho de crecer y vivir en un entorno rico en vida silvestre de alta calidad y de fácil acceso a los beneficios físico y mentales, ventajas de desarrollo y oportunidades de juego que ello implica.
Desde esta perspectiva, los derechos humanos aplicados a un contexto de conservación natural adquieren un panorama mucho más amplio, que trasciende los conceptos que habitualmente escuchamos cuando se habla del tema y, además, que incluso en países en vías de desarrollo podrían implementarse paralelamente a las necesidades más apremiantes.
[Guardian]
Tony King es director de Scottish Wildlife Trust, organización conservacionista que se ocupa del cuidado de la vida salvaje escocesa. Este día King escribió un artículo en el que se pregunta si el acceso a la naturaleza debería considerarse un derecho universal o solo el privilegio de algunos.
«Ningún gobierno ha reconocido el contacto con la naturaleza como un derecho, aunque esto puede y debe generar beneficios para todos en la sociedad», dice King al inicio de su artículo, agregando además que este debería incluirse en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia.
Es cierto que algunas otras condiciones, algunas incluso básicas, son mucho más urgentes en varios países, sin embargo, dice King, “las terribles privaciones sufridas por la gente en todo el mundo no deberían cegarnos ante las desigualdades que perviven en nuestro país”.
Y King se refiere sobre todo al hecho de que el acceso a la naturaleza no está visto como un derecho que todos deberíamos tener garantizado por los beneficios que conlleva, particularmente entre los niños. Asegura el autor que “el acceso regular y disponible a un entorno rico en vida silvestre es esencial para la salud y el bienestar de los niños […], esencial para alcanzar una mejor salud, un mejor nivel educativo y un mejor desarrollo social”.
Asimismo, según algunos estudios, los niños que tienen la oportunidad de convivir con la naturaleza tiene una mejor autoestima, confianza en sí mismos, independencia, autonomía e iniciativa que aquellos que desafortunadamente no pueden hacerlo.
Los gobiernos pueden y deben articular un nuevo derecho: que cada niño y joven tenga el derecho de crecer y vivir en un entorno rico en vida silvestre de alta calidad y de fácil acceso a los beneficios físico y mentales, ventajas de desarrollo y oportunidades de juego que ello implica.
Desde esta perspectiva, los derechos humanos aplicados a un contexto de conservación natural adquieren un panorama mucho más amplio, que trasciende los conceptos que habitualmente escuchamos cuando se habla del tema y, además, que incluso en países en vías de desarrollo podrían implementarse paralelamente a las necesidades más apremiantes.
[Guardian]
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