viernes, 24 de junio de 2011
SI LA MENTIRA TRANSMUTARA EN LEPRA
Nadie mentiría, se lo puedo asegurar. Y, si nadie mintiera, este mundo sería totalmente distinto. Reinaría la bondad. ¡Con la de vacunas que se han creado y no ha habido una para esto! Es una lástima. La de cosas que nos habríamos ahorrado y las que nos podríamos ahorrar de aquí en adelante. En estos días estamos presenciando una nueva película al más clásico estilo de Hollywood. Tiene todo, acción, drama, guerra, suspense, desconcierto. No hay chistes, ni sarcasmos, tampoco hay amor.
El argumento es complicado y nos puede parecer de ciencia ficción, pero, desgraciadamente, es el que es:
La primera potencia mundial está en banca rota (ni ellos, máximos exponentes del capitalismo salvaje, se han librado), como todos los países que conocemos como del primer mundo. Pronto no podrá pagar sus deudas. Tras ella irán muchos otros países que son sus aliados o no. Hace unos cuarenta años decidieron romper con la paridad del oro y comenzaron a imprimir billetes y billetes sin sentido. El mundo, no sólo ellos, comenzó a gastar y gastar, como si ello no supusiera problema alguno y sí que lo era, y muy, muy grave.
Se consumía por consumir y se crecía por crecer, sin fundamento real alguno. Sólo para el enriquecimiento de unos pocos que, a su vez, les proveía de más poder. La basura cada vez era mayor y mayor. Los recursos cada vez menores, petróleo incluido. Los bosques, las aguas, los aires, todos colmatados. La población creciendo y creciendo. Hoy a punto de alcanzar las 7.000 millones de almas. En 2100 se calcula en 10.000 millones.
El caso es que algo inducido, alentado, premeditado y forzado se ha erigido en el centro en el que todos damos vueltas y vueltas. La Deuda. Producto del interés, producto del chantaje. Algo etéreo que no existe más allá del papel que la refleja. La vida del ser humano, del ser por excelencia de la creación, anda dando vueltas a su alrededor. ¿En qué se equivocó el Creador? ¡Tanto derroche para esto! Algo falla, de forma indudable, en esta historia. ¡Alguien nos mintió!
Y los que alentaban el consumo desmedido, por las ganancias que les reportaban, ya tienen todo el poder en sus manos y están dispuestos a seguir el viejo manual y piensan en que:
-“¡Sobra gente!
Y para que todo siga igual y nuestras empresas y corporaciones sigan siendo los dueños de este mundo, es necesario infligir una corrección geoestratégica y poblacional.
A este mundo lo hemos llevado a la insostenibilidad y sólo nos queda darle un empujoncito. Haremos realidad el infierno de Dante. El mundo arderá por los cuatro costados y nosotros seremos su salvación. ¡Paradojas del demonio!
Asistiremos desde los mejores escenarios posibles, a la lenta agonía de este mundo. Alentaremos y fomentaremos las calamidades, las hambrunas, las matanzas indiscriminadas. Romperemos los órdenes que impusimos, ya no nos son válidos, no nos sirven. Dejaremos que la rabia y la impotencia de tanto individuo salte por los aires. El mundo se convertirá en una gran pira. ¡Jamás la historia vio algo igual! Y nosotros, los amos, seguiremos ganando más dinero. Nuestro dios podrá jactarse de nuestra maldad y de nuestra habilidad para el engaño de tanta y tanta gente, durante tantos y tantos siglos.
Primero alentaremos a las masas de los países más débiles de la vieja Europa. Las deudas que les hicimos contraer (las que tanto nos hizo ganar dinero) serán nuestra primera arma. Hace tiempo que les arrebatamos sus “soberanías nacionales”, sus riquezas y dineros y cuando vean que, ese mundo del estado del bienestar, se les deshace entre las manos, las gentes tomarán las calles. Se revelaran contra sus propios dirigentes ¡Sí, a los mismos que votaron! Al fin y al cabo, ninguno de ellos estuvo nunca a la altura. Fueron, éstos políticos, comprados y sojuzgados por nuestros intereses. Jamás levantaron voz alguna en contra de nuestro satánico sistema financiero. Siempre cumplieron con nuestras recomendaciones y exigencias. ¡Qué gusto trabajar con semejantes políticos!... Y no como esos, a los que tanto y tanto odiamos, de la izquierda, izquierda como el partido alemán DIE LINKE y de la tal Sahra Wagenknetch que ha dicho que “Gran parte de las deudas públicas existentes en los países de la eurozona es ilegítima, porque esas deudas son el resultado de políticas que van en contra de los intereses del pueblo. Así pues, estas deudas no deben ser pagadas por el pueblo” O como Rafael Correa, presidente de Ecuador, que nos puso la proa: “El socialismo continuará. Las personas ecuatorianas votaron por eso. Nosotros vamos a dar énfasis a esta lucha para la justicia social, para la justicia regional. Nosotros vamos a continuar la lucha para eliminar todos los formularios de explotación del lugar de trabajo dentro de nuestra convicción socialista: la supremacía del trabajo humano encima de la del capital. Nadie está en cualquiera dude que nuestra opción preferencial es para las personas más pobres, nosotros estamos aquí debido a ellos. ¡Hasta la victoria siempre! (Rafael Correa, 30 de abril de 2009)”
¿No es, acaso, mejor la extirpación del órgano engangrenado antes de que alcance a todo el organismo? ¿No es mejor procurar la asepsia del resto del cuerpo? Muchos países sufrirán nuestros certeros ataques. Morirán millones de personas. Pero han de saber que su inmolación no será en vano. De su muerte depende la supervivencia de esta rara especie que, a pesar de los siglos, es incapaz de alcanzar y conocer la verdad. Hemos de garantizar la continuidad de la misma, no en vano, es de ella donde obtenemos nuestro sustento. La pirámide, y el poder que de ella fluye, siempre han sido nuestros.
A nosotros nunca nos afectan tales crisis, siempre sabemos dónde resguardarnos. Para eso tenemos los medios, el dinero y la verdad de este mundo. Nuestras dinastías continuaran con la labor del pastoreo de este ganado de seres incultos, despreocupados y omisos. Y todo seguirá como siempre. No perderemos nada de nuestro poder ni de nuestras riquezas, seguiremos en la cúspide de nuestra pirámide. Como bien nos ordenó nuestro señor Satán, en los primeros tiempos de este planeta, que bien supo él dominar.
Oriente Medio estaría bien para empezar. Libraremos a nuestros amigos y financieros, los judíos, de tanto infiel que les rodean. Dispondrán de bastos territorios y con un poco de suerte serán la estirpe que gobierne, por fin, al mundo. Al fin y al cabo, son ellos el pueblo elegido, los que siempre tuvieron el dinero y el poder que éste reporta para la consecución del mal”-.
No somos conscientes de nuestra realidad. Los que provocaron la crisis quieren que la paguemos nosotros. Sus ayudantes, los políticos del redil, nos intentan vender que la deuda la hemos generado entre todos. ¡Cuanta falta haría una auditoría! Auditoría a los distintos gobiernos que durante más de 40 años nos han estado engañando en tantos y tantos países. De momento califiquemos a esta Deuda con lo que realmente es: ODIOSA. Neguémonos a pagar, no reconozcamos a esa “Misteriosa Deuda”. Nacionalicemos nuestros bancos y empresas. Será la única manera de evitar lo que quieren que sea inevitable. Recuperemos nuestra soberanía nacional y salgamos de ese mercado europeo que, sólo ha sido y es un mercado liberal y capitalista, que nos ha esclavizado y empobrecido.
Quizás aún estemos a tiempo para evitar el cataclismo que nos tienen preparado. ¿Tan ciegos estamos? Hagamos el bien y apartémonos del mal. Identifiquemos quienes son, realmente, los malos de esta película. Llevamos siglos creyendo, tan grande es el engaño, que los malos son los buenos. Y quizás sea la hora de desenmascararles… ¡Y de encerrarles en la leprosería!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario